¿Te has preguntado alguna vez por qué has elegido bailar para expresarte y no dibujar, o pintar, o hacer otra cosa?
He estado dos meses sin bailar por una lesión, tiempo en el que me ha dado tiempo a preguntarme miles de cosas referentes a la Danza y a los seres que la habitamos, y a responderme con más preguntas si cabe.
Los bailarines tendemos a estar dominados por el Ego en exceso. Esto nos lleva a ser y actuar fuera de nuestra naturaleza, de nuestra esencia humana. Sé que nos hace anular valores importantes que vienen de un lugar más profundo al entendimiento. El Ego es un buen compañero, es necesario, entiendo su existencia, hay que cuidarlo pero en su justa medida.
Hay valores que nos hace capaces de honrar a aquello que nos inspira, que nos alienta, que nos motiva a hacer, y que en muchos casos con un desmesurado caso y atención al ego, nos hace convertir valores positivos en ira y en envidia, y empezamos a deshonrar lo que nos ha creado y alentado.
Mordiendo la mano del que nos da de comer, envenenando la fuente de la que bebemos, construyendo un muro infranqueable entre los dos, dejaremos de comer, de beber y ocultaremos la verdad de nuestro corazón osea, la propia Danza, para vivir en una frecuencia caduca, alejados de la eternidad de lo que significa de verdad.
Hoy me levanté pensé en lo miserables que podemos llegar a ser.
Hoy pensé que hay que ser muy muy muy humilde para hablar de Danza. Fácilmente somos bailarines, maestros, coreógrafos, interpretes, creadores, críticos, sin mirar con el respeto que merece el sujeto a quien enseñamos, qué bailamos, qué coreografiamos, qué interpretamos, qué “creamos” ni qué criticamos, y encima ni vemos que carecemos de criterio.
Fácilmente hablamos de sentimientos cuando, apenas nos hemos enfrentado a ellos salimos corriendo y los fingimos para más tarde venderlos en forma de arte. No buceamos en ellos, enfrentándonos cara a cara sin lágrimas que nos hagan de escudo.
Hay que ser muy muy humilde para referirse a ella, la madre de la vida.
Un respeto se merece, quien es la que hace que los átomos bailen, que fractales de la naturaleza jueguen a interpretar coreografías “improvisadas”, sin ella, no estaríamos aquí ni tú, ni yo.
Si el Sol y la Luna no bailasen en lo que llamamos espacio, girando sobre si mismo y alrededor de un humilde punto, en un compás determinado interpretando la Música del gran Maestro, Él, no podríamos estar cuestionando simplezas como ésta.
Somos tan pequeños, tan tan pequeños, somos un punto enano en éste Gran Mundo.
¿Entonces? De qué hablamos cuando nos creemos los dioses del arte, de la Danza, la Música, por encima de los demás humanos, mirándolos y apiadándonos de ellos por que no saben moverse tan gráciles como nosotros.
Un respeto compañeros, a la Vida y a la Danza como una, y a los seres que vivimos en éste maravillosos mundo, unos caminaron antes, otros después, y otros jamás interrumpidos por un exceso de Ego. Todos merecen ser tratados con respeto.
Despojémonos de lo que nos aleja de la Danza y entonces empezaremos a bailar.
Tengamos una mente humilde, dispuesta a no saberlo todo, y a dejarnos sorprender por un cerebro que no enjuicia constantemente.
Buen día lleno de Gloria a todos.
Comentarios
Publicar un comentario